III
En su imaginación el sol brillaba sobre las piedras calientes, el cielo era muy azul y demasiado deslumbrante par mirarlo durante un rato, y hacía calor. Bastaría con hablar de ello con él; no tendría que ir allí siquiera, solo escuchar y soñar. Incluso permanecer sentados en silencio, sabiendo que pensaban lo mismo, sería suficiente.
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